Me han dicho que la vida no vale gran cosa; que pasa en un instante como marchitan las rosas. Me han dicho que el tiempo que resbala es malo, que con nuestra tristeza sus abrigos tejió. Sin embargo alguien me dijo que tú me amas aún, ¿será esto posible? Me han dicho que el destino se ríe de nosotros, que nunca nos da nada y lo promete todo, pareciera que la felicidad está a nuestro alcance, pero al extender la mano nos volvemos locos.
Pourtant quelqu'un m'a dit, que..., tu m'amais encore. C'est quelqu'un m'a dit, que..., tu m'amais encore. Serais ce possible alors?
Su cuerpo es una obra de arte, sus lunares son pequeños tesoros que va encontrando sobre el paisaje de su suave piel. La sencillez del perfilado de su sonrisa bajo el rayo de luna, el entrelazo de sus piernas sobre las sábanas, la sensación de estar en otro mundo, universo paralelo de lo real, del límite de las experiencias pasadas; sobrepasan las fronteras que ellos mismos marcaron tiempo atrás. Los segundos que se hacen intensos, se cuentan y se olvidan, se aceleran y ralentizan, desatan y unen. Locura reprimida, locura loca, genialidad destinada a llegar a un final que aún no llegan a avistar. No lo buscan, no se buscan y aún así no paran de encontrarse. En noches frías, la lluvia sobre sus pasos, sobre un puente alumbrado, sobre el agua turbia que corre. Miradas perdidas, perdidamente intensas, intensamente jovenes, audaces, suyos. Tremendamente suyos. Simplicidad de los latidos que baten inmersos en una marea de sentimientos que sube y que baja, que corta las respiraciones mientras los cristales se empañan y ahí fuera corre el viento, silbando por la ventana. Las estrellas esparcidas, las caricias en un después, una fugaz que cumple más caricias para días posteriores. La imperfección bella de su maravilloso cuerpo, la perfección suprema del momento que comparten, de dos libertades que colisionan sobre un mundo extremadamente loco.
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