giovedì 20 ottobre 2011

No envy, no fear.

Hoy amanecí y mi piel se erizó sobre mis sábanas, me sentí inmensamente pequeña ante el techo de mi imaginación, y suspiré varias veces hasta que mis pestañas dejaron que los rayos del sol alcanzaran mis pupilas. Al atardecer, me encontré nuevamente con mis pensamientos; algo oscuros, turbios y profundos. Y yo; taciturna, confundida y tranquila a la vez, me paré a pensar en lo que esconde mi mente en sus recovecos más profundos.
Acaricio mi cabello mientras miro el tiempo pasar, y mis manos ya no tiemblan pues ninguna presencia me hace ya dudar, ni titubear... Valoro a quien es capaz de desarmarme y hacerme sentir insegura..., se traduce en que es capaz de mover algo dentro de mí.
Y permanezco así, frunciendo el ceño ante algunas afirmaciones y dando rienda suelta a mi sinceridad, sintiendo la calma propia de alguien que ya tropezó alguna que otra vez y se hizo a sí misma algunas que otras promesas, haciendo guiños al destino para demostrarle que, si quiero, puedo ser aún más caprichosa que él, y siendo a veces una niña y otras una mujer.
Y en mis noches, tranquilas y solitarias, escucho una canción que habla sobre el invierno mientras pienso durante algunos minutos en algo llamado futuro; pero no encuentro ninguna respuesta a todas esas preguntas que se formulan en mi cabeza, lo más seguro es que no quiera encontrarlas.
Y a veces, leo pasajes del pasado. Solo a veces. Y descubro un poco más de mí misma en cada palabra; tal vez acerca de mis miedos y mis rarezas, o de todas aquellas historias que no tienen fin en mi cabeza, o todo aquello que pienso y digo, o pienso y no digo, en muchas ocasiones, y que está fuera de lugar. Cosas que debería callar, y otras tantas que debería decir...
Pero me encojo de hombros ante todo esto, pues tengo esa maldita sensación de que nada es importante... Que quizá, yo solo esté de paso.
Creo que tan solo una vez fui de esa clase de personas que se aferran a algo o alguien como salvavidas, y, finalmente, acabé hundiéndome resbalando por la espalda de algunas verdades a medias.
Y quizás haya terminado por ser yo misma mi propio juez, verdugo y héroe a la vez...
La verdad, no lo sé...

venerdì 7 ottobre 2011

While I wait...

Soy de esa clase de personas que creen en el ser humano, pero que se decepcionan con los actos de los demás. De esas, que son capaces de poner su mano en el fuego por alguien y luego abrasarse sin más; y tras la decepción encontrarse con la nada, y sostener sus manos vacías pensando en cosas bonitas, que simplemente no existen.
Soy de esa clase de personas que llora con el telediario, con la violencia de género y con las enfermedades terminales, que se siente pequeña ante un mundo tan inmenso e inmensamente injusto; pero que a veces se cree lo suficientemente fuerte para cambiarlo; o, al menos, cambiar una milésima parte de él.
Porque soy así, ingenua e inocente en la justa medida que mi corta edad me permita que sea, tal vez demasiado idealista, quizá pesimista, o realista…, o utópica. Porque quizá sea éste un mundo con demasiadas complicaciones, con más defectos que virtudes (como encuentro yo a la vida misma), como las personas somos egoístas, egocéntricas, y…, tremendamente simples en nuestra totalidad.
El sentimiento de decepción no deja de invadir mis sentimientos; mi corazón y mi mente. Me pregunto si realmente hay algo allá fuera, si de verdad el ser humano es capaz de sacrificarse por el prójimo, si de verdad la compasión y el perdón existe.
Es triste vivir, contar, escuchar historias del día a día en las cuales personas viven su vidas sin importarles sentimientos ajenos; y yo miro atentamente, esperando alguna señal del cielo que me diga; María…., deja todo esto…., o jamás serás feliz…
Pero todo es una continua decepción, y yo solo puedo sincerarme con estas palabras ante las personas que me leen; no sería infeliz si me desvaneciese en este mismo momento quedando, tan solo, un mero recuerdo de lo que alguna vez fui en mi corta existencia; puesto que no hay motivación que me empuje a luchar por ningún motivo…., todo es tan simple y superficial que la vida misma me parece una tonta broma que alguien inventó para enloquecernos.
Me siento egoísta y caprichosa por el simple hecho de haber nacido aquí, y miro el tiempo pasar; y a las personas hablar de cómo se sienten, aunque no me interese lo más mínimo. Miro de frente a la muerte, y a la vida misma que me aterroriza más que lo que me puedan contar los que se fueron; puesto que es una putada ser alguien sintiéndose nadie, tal vez, como me siento yo ahora mismo escribiendo estos párrafos sin sentido.
Puede que hoy sea un mal día para escribir, para dar rienda suelta a mis pensamientos; pero poco puedo hacer con esta joven inconformista que habla de un mundo mejor sin ni siquiera creer que ella misma se merece lo mejor que la vida pueda ofrecerle…
Y dice, simplemente; “Todo es una puta mierda.”
Y nada más...