El cielo es tan inmenso, tan lejano, tan extraño. Un incógnito infinito. Me pregunto dónde vagarás esta noche, dónde podré encontrar tu sonrisa, en qué lugar te encuentras sentada guiándome entre las estrellas.
Eternamente eterna, esta noche me darás fuerzas para no llorar. Perdona si me tiembla la voz, perdona si desde mi ventana no se ven las estrellas esta noche, perdona por estar en otras tierras y no poder acompañar a tu mamá hoy.
Sueño con elevarme una noche y viajar a tu nuevo hogar, simplemente para darte un abrazo. Fuerte, muy fuerte. Tenía miedo a que los recuerdos se volviesen vagos, tenía miedo al campo, a la navidad.
La relatividad del tiempo que pasa, los sentimientos contradictorios, el dolor como forma de vida y la superación de cada día que termina con una mirada al cielo.
Cada cual enfrentándolo a su manera, siendo todos una unidad, pero una unidad compleja y que a veces cojea. Lo intentamos, da la sensación de que nos queremos mas.
Ojalá estuvieras aquí. Me lo repito cada día, ojalá estuvieras aquí.
Ojalá hubiera podido contar con tu compañía los días que estaba hundida, porque siempre me arrancabas carcajadas por segundo. Ojalá estuvieras hoy conmigo, para detener esa lágrima que se escapa recorriendo mis mejillas. Ojalá hubiera podido seguir compartiendo contigo pequeñas anécdotas de la abuela, aún sigo riendo por sus salidas pero no tengo a nadie que me siga como lo hacías tú.
Es complicado hablar de ello, es complicado expresarse y desahogarse. Es complicado pedir abrazos, complicado llorar, gritar. Hago lo que puedo, quisiera ser capaz de mas. Han sido dos años largos, emocionalmente agitados. Con subidas y bajadas, con sonrisas y lágrimas.
Siempre peresente cariño, siempre presente Laura.
Londres, 15 de Junio de 2010
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