Si le robara la razón al destino, juez de nuestros actos. El que luego condena. Si abriera los ojos cada día al amanecer y le dedicara una sonrisa al mundo. Si aprendiera a andar entre las personas sin juzgar a ninguna. Si disfrutara de cada momento como si fuese el último. Si supiera que estoy desperdiciando mi día a día con problemas que no son importantes. Si aprendiera a vivir, a ser positiva, a dar gracias por esto, por seguir aquí. Sería feliz. Y tú también.
Nos preocupamos por exagerar los errores, por derramar más lágrimas que nadie y sentirnos desgraciados. No pensamos en los que ya nos dejaron, aquellos a los que no les brindaron la oportunidad de seguir construyendo esto que tenemos ahora en nuestras manos. Nos pasamos los días investigando los defectos de los demás para poder quejarnos y enfadarnos. No amamos al cien por cien. No miramos bien a primera vista. Y lo peor de todo es que lo se y no hago nada para cambiarlo.
No quiero perder mas días, mas fuerzas, mas confianza. Porque todo se convierte en un mundo peor cuando piensas que lo ha hecho mal. Cuando tienes miedo a fracasar, cuando tienes miedo a que te hagan daño. Ese miedo que te controla, que te lleva, que te maneja. Siento presión en el pecho, siento que en cualquier momento me voy a derrumbar en medio del camino. Sin ganas de seguir adelante, por muchas sonrisas que me consigas sacar. Porque ahora tengo miedo, porque ahora no se que pensar. Porque las manos me tiemblan, igual que los labios. Porque hice daño y ahora el destino me juzga, y me condena. Y cuesta respirar, y a pesar de reflexionar y darme cuenta de que lo estoy haciendo mal sigo dando golpes contra la misma puerta, intentándola abrir por la fuerza sin darme cuenta de que hay un manillar más abajo... Soy humana, y siento decir que mis defectos son mas numerosos que mis virtudes.
Yo le tengo miedo a la muerte, pero le tengo más miedo aún a la vida.
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