Da vueltas, saca conclusiones. Se estremece con lo que piensa, camina en círculos en su habitación. Manda todo a la mierda y luego vuelve buscando los restos. Más tarde, tras encontrar algunos escombros de sus sentimientos, hace girar su universo un par de veces y descoloca las piezas del puzzle para volver a empezar al amanecer.
Y lo sabe, pero no lo acepta. Y habla de ello a veces, pero se contradice cuando alguien se atreve a mirarle fijamente.
Duelen tantas cosas que no deberían.
Tengo miedo, dice.
Pero no sabe lo que es el miedo.
Miedo es encontrar en tu alma oscuridad, tener la muerte constantemente presente, sentir tu mundo temblar más días al mes de los que eres plenamente feliz...
No sabe acerca del dolor.
No sabe acerca de la indiferencia.
No sabe acerca de la desilusión.
Ver sus labios temblar, agarrarle fuertemente las manos sin tener permiso para desatar tu tormenta interior. Porque se asustaría, todos tendrían miedo.
Y sigues ahí, aguantando tu respiración, y la suya, compartiendo tus pulmones porque tú ya lo viviste antes y sobreviviste.
Porque dejarse vencer es de débiles, y tú no eres débil. Odias la debilidad.
Por eso sigues ahí, y seguirás hasta cuando decida tomar las riendas, porque ahora tú eres su ángel, y eso no cambiará jamás.
Llorarás, porque llorar sana y calma. Pero secarás más lágrimas ajenas que propias, y en todo esto consiste querer a alguien...
Sentir que es parte de ti, sentir su dolor en tu piel y sentir al sol brillar cuando sonríe.
Es bonito tener a personas que te quieran, pero es más bonito aún tener personas a quien querer...