Hay días en los que no soporto que nadie me hable, me mire, esté cerca de mí. Hay días en los que estoy segura de no querer seguir adelante con nada. Hay días que deberían de estar tachados de mi calendario por una fuerza divina, solo para no verme triste.
Hay personas que jamás deberían de haberse cruzado conmigo, y otra que jamás se había debido ir.
Hay días en los que no debería olvidar cómo soy en el fondo, y otros tantos tratar de olvidar mi complicada personalidad. Hay días en los que tendría que desconectar de todos aquellos pensamientos que me preocupan, aquellos recuerdos que aún a día de hoy hacen mella en mí. Hay días en los que el miedo me hace más fuerte, y otros en los que me hace tan pequeña que apenas puedo responder.
Hay días, como es hoy, que el tiempo pasa lento, y el silencio gobierna mis segundos. Mi cama, me abraza y nunca me deja sola. Mis notas, escritas con una mano temblorosa, de quince, dieciséis, diecisiete años, me muestran el camino que hay delante de mí, me muestran cómo soy, mis más y mis menos, mis defectos y mis virtudes, lo que he pasado y cómo debo actuar en un futuro.
Y es el silencio, y es en el silencio en el que me sincerizo ante lo invisible, en el que hablo con miedo, con seguridad, con tristeza, con desorientación... Y es el silencio el que me calma, el que me empuja, el que me hace estar sola, seguir sola, levantarme sola. Ante el que derramo alguna lágrima, y él, incansable, valiente, sigue ahí, no me abandona, y me escucha gritar, me ve llorar, y no hace nada más que escucharme. Profundo, como si me encontrara en medio de la nada, estando en el centro de la ciudad. Y no siempre encuentro respuestas, pero al menos lo intento.
Porque mis planes nunca son responsables, y mis espectativas siempre son siderales, porque soy inconformista, porque siempre espero más...
Y no soy como creen, no soy como creo, no soy como crees, y probablemente camino continuamente en sentido contrario. Probablemente no sepa nada acerca de nada, pero intento saber algo más valioso que lo que puedan enseñarme en las clases de LA vida, que precisamente..., soy yo.
Estoy segura de que a todos nos surgen preguntas sobre nuestras propias vidas, preguntas imposibles de responder con "experiencia", y nos asaltan tanto a los veinte, como a los cuarenta... Quizás el sentido de una vida con metas superficiales, ¿qué hago yo aquí...? O tal vez un por qué que nunca llegó, porque nunca te paraste y trataste de saber la respuesta, porque seguramente jamás nos escuchamos a nosotros mismos.
Y tanto desorden, tanto orden, un profundo y caótico resquicio de ira, tal vez; y querer escapar de esas cadenas, y llegar a ser Libre...
Tras un libro abierto, perderme en un capítulo que no era apto para mí...
1 commento:
Es precioso todo lo que escribes :)
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