Montaña Rusa. Vuelve. Arriba. Abajo. Boca abajo. Tirabuzón. Corazón encogido, sonrisa nerviosa. Pasar tiempo y no cansarme. Es curioso, ¿sabes? Nunca sabes cómo vas a reaccionar de cara a cada situación hasta que te ves envuelto en ella. Y muchas veces te sorprendes a tí mismo. Ya sea por tu valentía, o por no verte capaz de afrontarte a ella. Y el miedo te vence... Quizás debiste de entrenarte más.
Sea como sea, cada momento es especial. Y le puedes sacar la parte positiva, o la negativa. Tú decides. A mí siempre me gustó ver el vaso medio lleno, pero sin embargo hay días que el optimismo me falla. Hay días en los que no puedo evitar tener ojos solo para los defectos de los demás, de los actos de los demás. Hay días en los que me creo terriblemente perfecta, y días en los que me doy cuenta que quizás la que más defectos tenga sea yo. Quizás sea malo ilusionarse, porque como alguien dijo alguna vez..., mientras más alto vueles, más dolerá la caida. De todas formas nunca sabes cuando la vida te va a golpear, y no puedes vivir con el miedo a ser feliz por el simple hecho de que puede llegar el día en el que lo pierdas todo. Ser feliz. Ser infeliz. Egoístas como somos en esta parte del planeta. ¿Problemas? Sólo problemas del corazón, que según como lo mires..., pueden ser los más dolorosos, o los más absurdos cuando todo pasa.
Inestabilidad. Me he dado cuenta que yo también soy algo inestable. Y hoy me toca sonreír, porque soy fuerte. Porque somos fuertes. Todo el mundo tiene algo de especial, pero perdonad si siento que nosotros somos más especiales que todas las personas del mundo mundial. Y río, sonrío. Sola. Me encanta ser feliz, y me encanta que mis problemas se reduzcan a problemas del corazón porque aunque a veces me sienta desgraciada, cuando todo pasa... Me siento absurda. Vuelvo a reír. ¿Me repito mucho? Qué mas da. Sí, soy inestable. Pero al menos no soy monótona..., o eso creo.
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