venerdì 3 luglio 2009

Maldito viernes.

Conduce tranquila a pesar de que está enfadada. La música sube una escala de volumen a cada segundo, canción tras canción, ninguna es perfecta. Todas dicen algo, pero ella quiere una que lo diga todo. Todo. Todo lo que siente, todo lo que piensa, todo lo que a ella le gustaría gritar pero no se atreve. Todo. ¿Qué es todo? Todo es nada. Cambia de marcha, y sigue. No va a ningún lado, solo se limita a conducir. Y canta de vez en cuando, a veces alto, a veces susurrando. Gira, con suavidad. Acaricia el volante. Resopla en un semáforo. Baja la ventanilla. La sube. La baja. La sube. Verde. Acelera. Y se pierde de nuevo en el tráfico. Le relaja, le ayuda a pensar. Piensa demasiado, vuelve a pensar. Le da igual, si no piensa se vuelve loca. Seguramente no tiene ni idea de que al pensar tanto se está volviendo más loca aún. Da igual. Está enfadada, joder. Se vuelve a relajar pero al pensarlo...

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