Y sus dedos tiemblan al escribir lo que siente, y su sonrisa deja escapar todas las dudas que se plantea la vida sobre ella. Ella, ella, ella. Dulce, serena, tranquila, sincera. Ella, ¿quién es ella? Nadie la conoce, nadie sabe su nombre, dónde vive... Pero todos quieren saber de quién se trata, y ella sonríe. Sonríe, sonríe otra vez..., por favor. Sonríeme, descarga de felicidad, de tranquilidad. Y cierra los ojos, y se deja llevar... Él se deja llevar. Él ha conseguido robarle el corazón a ella, solo él. Él, él, él. Atrevido. Eres un atrevido, ¿entiendes?
Se ríen juntos. Sus manos se rozan, estremecimiento mutuo. Ellos. Ellos que aún no conocieron el amor, ellos que se desean, que sienten unas ganas locas de fundirse en uno solo. Ellos. Ellos que quieren decirse tantas cosas pero aún no tienen nada que decir. Y se miran, y se dan cuenta de que sobran las palabras. Se vuelven a mirar. Intensos. Jóvenes. Locos. Y más. Y más. Sus cuerpos entrelazados, sus almas se abrazan al probar el dulce sabor de eso a lo que llaman amor. Y se agarran, con fuerza. No quieren separarse, ya no.
Miedo. Mucho miedo. Él tiene miedo. Ella se pasa las noches pensando, a veces llorando. Y él también. Ellos, seres humanos al fin y al cabo. Pecan de temer perder algo que saben que tarde o temprano acabará. Acabar, terminar, finalizar. Y más lágrimas, y no se dan cuenta de que malgastan el tiempo... Y se hacen una promesa, un trato que esperan no romper nunca.
El tiempo pasa, ¿sabes? Y no se detiene ante nada ni nadie. El tiempo, tan calculador, tan frío, tan cruel. Y yo miro por la ventana, y no veo nada. El cielo azul, teñido de algunas nubes que no presagian nada bueno. Mañana llueve. Mañana sábado. Suspiro, quizás esto es lo que toca. Me pierdo en el olor que trae las ganas de abrazarte, aunque no lo huela. Tengo súper poderes, y puedo ver, sentir, escuchar, tocar y oler todo aquello que no está. Mis manos a veces tiemblan, mis labios a veces también lo hacen. Sonrío porque sé que estás aquí, en mi corazón.
Se ríen juntos. Sus manos se rozan, estremecimiento mutuo. Ellos. Ellos que aún no conocieron el amor, ellos que se desean, que sienten unas ganas locas de fundirse en uno solo. Ellos. Ellos que quieren decirse tantas cosas pero aún no tienen nada que decir. Y se miran, y se dan cuenta de que sobran las palabras. Se vuelven a mirar. Intensos. Jóvenes. Locos. Y más. Y más. Sus cuerpos entrelazados, sus almas se abrazan al probar el dulce sabor de eso a lo que llaman amor. Y se agarran, con fuerza. No quieren separarse, ya no.
Miedo. Mucho miedo. Él tiene miedo. Ella se pasa las noches pensando, a veces llorando. Y él también. Ellos, seres humanos al fin y al cabo. Pecan de temer perder algo que saben que tarde o temprano acabará. Acabar, terminar, finalizar. Y más lágrimas, y no se dan cuenta de que malgastan el tiempo... Y se hacen una promesa, un trato que esperan no romper nunca.
El tiempo pasa, ¿sabes? Y no se detiene ante nada ni nadie. El tiempo, tan calculador, tan frío, tan cruel. Y yo miro por la ventana, y no veo nada. El cielo azul, teñido de algunas nubes que no presagian nada bueno. Mañana llueve. Mañana sábado. Suspiro, quizás esto es lo que toca. Me pierdo en el olor que trae las ganas de abrazarte, aunque no lo huela. Tengo súper poderes, y puedo ver, sentir, escuchar, tocar y oler todo aquello que no está. Mis manos a veces tiemblan, mis labios a veces también lo hacen. Sonrío porque sé que estás aquí, en mi corazón.
1 commento:
Impresionante, como siempre.
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