Soy de las que a veces piensan que el destino de cada uno está escrito desde que nacemos, que nos creemos dueños de nuestras vidas cuando la propia vida nos impone una meta final, y el trayecto es una continuación de sucesos también escritos desde el principio más remoto.
...también soy de las que piensan que las casualidades... Joder, que las casualidades existen. Y que todos tenemos en nuestras manos el poder de elección respecto a nuestras vidas, al menos aquí en el primer mundo.
Destino y casualidad, dos palabras, dos mundos opuestos pero igualmente mágicos. A veces es más fácil pensar que no es tu culpa, que simplemente el destino lo quiso así. Es más simple. Más, simplemente, fácil.
Un solo momento, un solo segundo puede cambiarlo todo. Un cruce de miradas, pestañear a cámara lenta. El efecto mariposa, todo tiene consecuencias. Decisiones sabias, decisiones locas, decisiones entre lágrimas, entre risas, entre copa y copa. Labios entreabiertos.
Comienzo una nueva etapa a cuatro meses de ser adulta, y como dijo alguien a quien no conozco pero que me visita todas las noches; la vida tiene sueños para todos, siempre hay sueños que cumplir.
Me encamino hacia las estrellas con esperanza de cumplir el mío, escucho música que me eriza el bello de la piel en penumbras con la luna guiñándome un ojo desde lo más alto del universo.
Apunta a la Luna. Haré caso al consejo de Gerry..., apuntaré a la Luna...
Inmensamente extraña, Mery.
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