Siempre creí conocerme a la perfección. Saber cuál sería mi reacción ante cualquier situación. Y me equivocaba.
Imaginaba discursiones, momentos idealizados e irreales, propios de tantas películas vistas. Y me equivocaba.
Me voy dando cuenta al ir viviendo esos momentos. Y me voy dando cuenta de que las relaciones son complicadas. No es tan fácil convivir conmigo. Ni llevarme la contraria. Y me frusta la idea de que no se pedir perdón. La idea de que muchas veces soy caprichosa, mandona y egoista, por qué no.
Nadie me ha explicado nunca el verdadero significado de la palabra madurar, aunque todos creemos saber lo que es. Experimentando y analizando mis pasos, aunque acepto que puede que esté a años luz de ser totalmente madura, creo y posiblemente me equivoque que madurar sea conocerse a uno mismo en la totalidad. Entender al ser humano. Saber reconocer errores, y no solo reconocerlos sino intentar cambiarlos.
Maldito orgullo. Nos pierden las formas. Nos pierden los celos. Nos pierde el miedo a perder a esa persona. El amor es complicado si quieres hacerlo complicado.
La confianza es simple, la tolerancia es simple. El respeto, es simple. Y así el amor es simple. Es ligero, es agradable, es sincero.
¿Por qué hacemos sufrir sin causa a las personas que amamos? Padres, amigos, hermanos, novios. Discursiones. Son normales, totalmente normales. Pero cuando se pierde el respeto hacen daño.
Somos complicados. Estamos en guerra con nosotros mismos lo que nos hace estar en guerra con el exterior. Hacemos lo que queremos, perdonamos si nos conviene y nos tiembla la voz al pedir perdón. Si perdonamos, no olvidamos. Arrastramos deudas sin darnos cuenta de lo que verdaderamente importa.
De lo que no se compra ni se vende, que enfurece y calma, que ayuda y desahoga, que nunca abandona...
¿En qué estás pensando...?
M. Cavalli.