domenica 29 novembre 2009

Simplemente, fui a por tabaco.

El sentimiento más hermoso que he sentido. El corazón que va a mil por segundo. La más verosímil historia.
Ayer escuché una canción, que supongo que muchos conoceréis. Un juego de palabras interesante, matarse y morirse. El amor que mata nunca muere.
Pienso. Siento, luego pongo los pies sobre la tierra. Amor que mata. ¿Quién diablos inventó el amor? Causante de locuras, de delirios. Causante de infelicidad.
Miento.
Me eleva. Me hace sentir viva, aunque a veces quisiera morir..., o matarle.
¿En quién apoyas tu cabeza cuando algo va mal? ¿A quién le pones pucheros cuando estás enfermo? ¿En quién confías...?
¿Eres consciente de lo que conlleva la palabra amar?
La otra noche me puse triste sin causa, o es que quizás quisiera esconderla. Somos dueños de nuestro futuro. Somos dueños de nuestros actos. Somos dueños de muchas cosas, pero no somos dueños de nuestros sentimientos.
Y a veces duele, y a veces se agradece. Porque, ¿hay algo más bello en esta vida que no entender por qué el corazón te late fuerte en ciertos momentos...? Duda constante, y que sin querer te hace sonreír, o llorar.
Para aquellos que no amaron hasta tarde, para aquellos que comenzaron a amar a temprana edad. Para aquellos que aún no conocieron el amor, para aquellos que lo maldicen una y otra vez... Puede ser que algún día te pares a pensar, ¿esto es amor? Porque, ¿quién sabe realmente si sabe lo que es el amor o no?
El amor, dueño de tantas controversias.
Yo no es que lo sepa, yo es que lo siento.

venerdì 27 novembre 2009

Ogni sera a construire un castello, dove chuide tutte le tue parole.

Tal vez hay días en los que brillo por mi energía, y otros en los que puedo apagar la de cualquiera. Cierto es que mis cambios de humor son tremendamente bruscos, y que la única culpable soy yo.
Conmigo nada es fácil, como dice la canción. Pero, ¿a quién le importa? Puede que no quiera hablar de lo que me pasa. Al fin y al cabo, no tiene solución. La vida se desarrolla de forma inquebrantable, y seguro que las cosas que me preocupan son absurdeces. Pero no por ser absurdeces me siento mejor.
Con el teléfono en la mano, sin ningún plan mejor que sentarme frente al ordenador. ¿Todavía me preguntáis? Pero qué mas da, esta vida sigue. Absurda. Soy absurda. Me siento absurda, me siento quejica. Incluso egoísta a veces.
Por eso me callo.
Demasiado tiempo para imaginar, para pensar. Para asustarme, para relajarme. Demasiado tiempo sola, en mi cabeza ya hay agujeros.
Hay silencios eternos en mi habitación. Ojalás se amontonan en mi mente. Ójala que... Ójala no... Ójala. Ójala. Ójala.
No dejan de ser eso. Pensamientos deliberados de lo que podría ser, pero no es. Nombres aparecen en mi mente y enseguida se esfuman por distintas razones.
Hay momentos en los que de repente me río de mí misma. Hay momentos en los que me hundo debajo de las sábanas y grito en mi mente que no quiero salir de ahí en meses. Hay momentos en los que un rayo de esperanza me alcanza sin querer. Rayo que no es de verdad, esperanzas falsas. Nada cambiará. Y me vuelvo a sentir egoísta.
La vida sigue, sí.
Al fin y al cabo, nadie tiene la culpa de que tenga tanto tiempo libre.

domenica 22 novembre 2009

¿Tú dirías que si?

Pasan los días y nos vamos adentrando en el frío invierno, una vez más, juntos. Y me atrevo a decir que tu cuarto huele diferente por estas fechas, que cuando nos anochece antes me siento mas cerca de ti y que no temo caminar con los ojos cerrados si vienes conmigo. Día tras día debajo del edredón. Hace frío, aprieta mi mano. ¿Me quieres? Demasiado. Feliz. Grande. Muy grande. Recuperando mi sonrisa permanente, en proceso de recuperar la tuya. Honey, honey...

lunedì 9 novembre 2009

Il nostro amore è di vero...

Febrero. Quizás la segunda semana. Su nariz está colorada y fría. Está anocheciendo, aunque es temprano aún. Camina, camina, camina. Paso ligero. Camina, camina, camina. Pensando. Va llegando. Él la espera mirando desde el balcón. Un primero de un piso algo antiguo. Se regalan una sonrisa, o un par. Ella llega al portal, y unos segundos después la puerta se abre. Entra sin perder la sonrisa. Sube las escaleras deprisa, impaciente por tirarse a sus brazos. Él está apoyado en el marco de la puerta, ella tiene la respiración entrecortada. Él la coge por la cintura, ella lo mira a los ojos. Beso. Dulce, salado, feroz, corto, con amor, con pasión. Un beso de esos que no se tienen casi nunca, sin embargo ellos no tienen otros besos que no sean como ese. Cierran la puerta con la espalda de ella, después de que él la tenga en brazos. Siguen besándose. Impacientes, locos enamorados. Bufanda fuera. Chaqueta. Sudadera de él. Camiseta de ella. Contra otra pared. Aún no ha recuperado la respiración, y le encanta. Suspiros que bailan en el aire. Una cama improvisada en medio del salón desordenado. Sus manos se entrelazan sobre el colchón, se miran fijamente. No lo entienden. Segundos después lo comprenden. Y hacen el amor, con tanta fuerza que parece que el mundo entero les oye. Que el mundo entero los ve, los siente. Los envidia. Y llegan juntos, y es tan mágico que el suelo tiembla.
Más tarde. La música de un grupo poco conocido aún suena en el pequeño piso. Siguen tumbados en la cama. Enredados. Acariciándose suavemente. Recorriéndose el uno al otro. Sus pies juegan debajo de la sábana. Ríen, cómplices.
Más tarde. A medio vestir. Discuten. En broma. Se pegan. En broma. Corren. En broma. Ríen, se hacen zancadillas. Caen al suelo. Ruedan. Siguen riendo. Felices de estar ahí, felices de estar juntos.
Más tarde. En el sofá. Ella está sentada con su cabeza apoyada en las piernas de él. Habla de esto y de lo otro. No se caya. Hace preguntas. Ríe sola. Hiperactiva. Él le toca el pelo. Escucha. Contesta, a veces. Hay cosas que prefiere no contar. Pero ella insiste, y él se rinde. Y se tiran horas, y horas hablando. Conociéndose aún mas, curiosos el uno del otro. Deseosos. Miradas vivaces, manos que se buscan continuamente. Sonrisas que se pegan, corazones latiendo fuertemente. Amor, al fin y al cabo.
M. Cavalli.

martedì 3 novembre 2009

Está llegando el frío.

Y pensar en nada. Pensar en todo. Llegar a una conclusión. Sentirse vacía, y duele mirar el teléfono esperando una llamada que no llega nunca... Y la presión crece en mi pecho, y me siento extremadamente idiota. Suspiro, miro el reloj. Y finalmente..., pienso en mandar todo a la mierda. El orgullo nos pierde, porque la vida es muy corta para aquellos que creen que mañana pueden arreglar lo que hoy se estropeó. Somos pocos los que conocemos la pérdida en su totalidad, y el arrepentimiento de lo que un día no se hizo o no se dijo. No soporto pasar las horas sumergida en incertidumbre, en la impotencia de querer estar tranquila y no poder estarlo. Culpa, no hablo de culpa. No me siento culpable, no creo que seas culpable. Pierdo yo. Si, lo se. No creas que no lo intento, no me digas que no lo intenté...