Escuchando Te recuerdo, de El canto del loco, mis sentimientos se han revolucionado, las ganas de llorar han vuelto, la decepción es aún más grande. El hecho de tomar una decisión está cada vez más cerca, poniéndome entre la espada y la pared, haciéndome daño, poco a poco. En silencio, sin darse cuenta. Pero pasa. Pasa, y vuelve a pasar. Prometes un día y al día siguiente vuelve a pasar. Y odio querer tanto, odio ser tan ingenua y odio esta situación.
Me costaba hablar. Mucho. Demasiado. Me temblaba la voz, me reía de mi misma. A veces, cuando nadie me escuchaba, cuando nadie me veía. Hasta que estallé. Si, ayer estallé. En mil pedazos, y quizás te hice daño con mis palabras, pero es lo que siento.
Es lo que pasa cuando descuidas algo que quieres. Sin darte cuenta, sin ser cosciente de ello. Nos pasa a todos, los seres humanos somos así. Yo también. Hacemos daño y luego pedimos perdón. Pero amor es no decir nunca lo siento.
¿Y sabes lo peor de todo? Que una se acostumbra a los golpes, hasta que dejan de doler. Indiferencia. Poco a poco. Indiferencia. Aquí, en mi corazón. Me hace daño. Mi indiferencia hacia tí. Poco a poco, poco a poco. Sin hablar, sin yo darme cuenta. La indiferencia duele mucho más que el odio. La indiferencia es no existir. Es borrar recuerdos. Es pasar página y no volver nunca más al capítulo anterior. Llega, y no hay manera de echarla. Simplemente está ahí... Esperando a que la cojan.
El nudo en la garganta sigue, retengo las lágrimas con fuerza, con valentía. No, no toca llorar. Ahora no. Ya no, joder. No quiero seguir así. Y en diez minutos pasará algo, pasará algo que lo cambiará todo. Sea lo que sea, me hará daño. Y a tí también. Pero sonreiremos. Pase lo que pase. Lo prometo.