Noche escuchando a Bon Iver en una cama deshecha, nicotina suspendida en el aire, el cuerpo boca arriba, los problemas relegados a las esquinas, y un poco de nieve en las pestañas. Pero no se derrite, no. Los hombros desnudos y las palabras en la lengua, las sábanas enredadas; el alma enredada.
Decían que el día llegaría.
Pero aún son las 6:14.
Decían también que yo era una niña buena.
Y ya ves.
La maleta estaba en el suelo, deshaciéndose y haciéndose a la vez. Y yo, mientras, me paseaba en ropa interior por los tejados. Como siempre, entre chimeneas sin humo.
Bien lo sabes ya.
Y esa luz que parpadeaba en algún tramo del pasillo, que te hacía susurrar un "Joder, me voy a quedar a oscuras...", ¡como si no ver acojonara!
Encendiste el mechero y prendiste un cigarrillo.
Y el problema fue que tú sabías hacer círculos con humo. Y yo no.