Enamorarse alguna vez que otra; ilusiones que se pierden en una noche cualquiera, y enfrentarse cara a cara con una misma. Darse cuenta, tras varios días de experiencias varias, de la más pura infancia que aún vive dentro de tu interior, de esa llama de esperanzas que se apagó en alguna ocasión en la que el mundo se derrumbó sin previo aviso encendiendo las alarmas del alma, y luego volvió a encenderse tras pasar días y días entre sábanas con tu propia mente pensando y divagando.
Y me da miedo sentir que no siento nada, notar mis manos más frías que nunca y dejar de mirar atrás.
Supongo que este año ha sido un año extremadamente inestable; haciendo un recorrido por mis sentimientos a lo largo de estos doce meses, siento que he sido una desconocida para mí misma en muchas ocasiones. Probablemente me siento extraña en mi día a día, probablemente sigan pasando los años como ha pasado éste, y yo siga igual de perdida.
Ser la última en llegar a la meta; tal vez intentar llegar a una meta que ni siquiera existe a día de hoy.
Si soy sincera; siento que el 2011 ha sido un año perdido en muchos aspectos. No he avanzado interiormente; me he ido hundiendo más en mi propio pozo, siendo consciente de ello y siéndome totalmente indiferente.
Si quieres cambio verdano, pues; camina distinto.
Pero está esa parte oscura que me empuja hacia abajo...
Incluso siento que he retrocedido; que sentimientos tales como el miedo a la decepción o al fracaso se han apoderado nuevamente de mí bloqueando mi capacidad para levantar la mirada y ser fuerte.
Aún así, sin duda alguna,la positividad contraatacará en algunas horas haciendo frente a toda esta mierda que rodea mi cama en la última noche del 2011...