Hoy amanecí y mi piel se erizó sobre mis sábanas, me sentí inmensamente pequeña ante el techo de mi imaginación, y suspiré varias veces hasta que mis pestañas dejaron que los rayos del sol alcanzaran mis pupilas. Al atardecer, me encontré nuevamente con mis pensamientos; algo oscuros, turbios y profundos. Y yo; taciturna, confundida y tranquila a la vez, me paré a pensar en lo que esconde mi mente en sus recovecos más profundos.
Acaricio mi cabello mientras miro el tiempo pasar, y mis manos ya no tiemblan pues ninguna presencia me hace ya dudar, ni titubear... Valoro a quien es capaz de desarmarme y hacerme sentir insegura..., se traduce en que es capaz de mover algo dentro de mí.
Y permanezco así, frunciendo el ceño ante algunas afirmaciones y dando rienda suelta a mi sinceridad, sintiendo la calma propia de alguien que ya tropezó alguna que otra vez y se hizo a sí misma algunas que otras promesas, haciendo guiños al destino para demostrarle que, si quiero, puedo ser aún más caprichosa que él, y siendo a veces una niña y otras una mujer.
Y en mis noches, tranquilas y solitarias, escucho una canción que habla sobre el invierno mientras pienso durante algunos minutos en algo llamado futuro; pero no encuentro ninguna respuesta a todas esas preguntas que se formulan en mi cabeza, lo más seguro es que no quiera encontrarlas.
Y a veces, leo pasajes del pasado. Solo a veces. Y descubro un poco más de mí misma en cada palabra; tal vez acerca de mis miedos y mis rarezas, o de todas aquellas historias que no tienen fin en mi cabeza, o todo aquello que pienso y digo, o pienso y no digo, en muchas ocasiones, y que está fuera de lugar. Cosas que debería callar, y otras tantas que debería decir...
Pero me encojo de hombros ante todo esto, pues tengo esa maldita sensación de que nada es importante... Que quizá, yo solo esté de paso.
Creo que tan solo una vez fui de esa clase de personas que se aferran a algo o alguien como salvavidas, y, finalmente, acabé hundiéndome resbalando por la espalda de algunas verdades a medias.
Y quizás haya terminado por ser yo misma mi propio juez, verdugo y héroe a la vez...
La verdad, no lo sé...