Y doy vueltas en la cama, y también en mi mente. Y dieron ya las cuatro, y mis manos siguen frías. Vuelvo a suspirar, a frotar mis pies. Me relaja. Mis párpados están cansados, pero por alguna extraña razón aguantan y aguantan. Por alguna extraña razón estoy aquí, por alguna extraña razón mi cama hoy me resulta incómoda.
Poco en lo que pensar, agradecer cada momento. Me gustaría absorver todo esto que estoy viviendo, disfrutarlo, exprimirlo. Quién sabe en cuantos años me volveré a enamorar. O, incluso, si algún día lo volveré a hacer. Mientras, sin adelantarme al futuro, sin ser impaciente, me limito a vivir.
Marioneta del caprichoso destino, me dio un importante papel en la película de la vida. Seguimos rodando escenas, quedan bonitos fotogramas para el recuerdo. Sin quejas, hoy no. Sin reproches que no sean cariñosos. Sin malos sentimientos. Simplemente algo tan limpio y profundo como es el amar.
Me dicen que soy pequeña para sentir, que tengo que disfrutar la vida. Lo hago... Lo hago. Vivo momentos intensos, estoy aferrada a ese Motor...
El Amor... Motor Amor. El Amor mueve el mundo, sin él ya nos hubiéramos extinguido hace millones de años... El Amor da vida. Saca a la luz los sentimientos que están en el fondo, escondidos, temerosos. Quien se atreve a decir que se vive mejor sin Amor es que no lo ha sentido, está loco... Está tremendamente loco.
Quizás peco de idealista, pero aún así sigo diciendo que se necesita más gente soñadora y profunda en este mundo tan superficial.